El movimiento verde revoluciona a paso acelerado la forma de hacer negocios. Un nuevo nicho de mercado que ha aparecido en el resto del mundo y que empieza a surgir en Ecuador es el servicio de medición y reducción de la huella de carbono.
Para medir el éxito de una empresa, hay varios indicadores tradicionales que se suelen utilizar: cifras de utilidades, el número de clientes, la satisfacción de los empleados, la cantidad de locales… En un futuro cercano, sin embargo, no es difícil concebir que a esta lista se añada un indicador desconocido para la mayoría de empresarios: la huella de carbono. No se trata de una huella física o visible, sino más bien de la medición de todos los Gases de Efecto Invernadero (GEI) que genera una empresa en el conjunto de sus operaciones.
Aunque para algunos empresarios esto suene a una exigencia onerosa que no será de mucha utilidad en el corto plazo, en los países más avanzados en el tema surge todo un nuevo nicho de mercado compuesto por compañías que exigen conocer su huella de carbono. En estos lugares, aparecen así mismo nuevas empresas que prometen suplir sus necesidades. En Francia, por ejemplo, ya hay una ley que exige que las empresas midan su huella de carbono para ejecutar un plan de reducción de sus GEI. “Reduce tu huella de carbono en cuatro pasos” podría ser el eslogan publicitario de algunas de las empresas que aseguran no solo calcular la huella sino ejecutar un plan de acción para disminuirla.
Empresa británica en Ecuador
En el país, ya existe un puñado de compañías que se dedican a ofrecer este servicio. Entre ellas está la empresa Carbon Masters que tiene su sede en el Reino Unido. Según su director ejecutivo, Kevin Houston, su incursión en el mercado ecuatoriano se debe a que empieza a surgir la demanda por el servicio y que hay pocos que la satisfagan. “El Consorcio Ecuatoriano para la Responsabilidad Social me contactó porque algunas de sus empresas miembros estaban buscando este servicio y no había nadie con la experiencia necesaria”, dice.
Lo que hace su empresa es instruir a sus clientes para que calculen su huella de carbono a través de un software especializado. “Ofrecemos una solución basada en la Nube que es fácil de usar. No enviamos a consultores para que midan la huella de una empresa, sino que los entrenamos para que lo hagan ellos mismos. Así, el costo total del servicio es menos a largo plazo”, explica.
¿Cómo funciona? Fácil, dice Houston. A través de una inmensa base de datos que contiene factores de emisión (un valor representativo que relaciona la cantidad de contaminante emitido a la atmósfera con una actividad asociada con la emisión), se calcula la huella de carbono de las actividades ingresadas. Éstas pueden incluir el consumo de energía eléctrica, los viajes de avión realizados por ejecutivos, el consumo de combustible, el consumo de agua, el número de empleados y la cantidad de desechos generados. Por cada valor ingresado, el programa pedirá que se adjunte algún documento que respalde la información, como una planilla de luz o una hoja de cálculo. El resultado final es un valor en la unidad de toneladas de CO2 que unifica todos los GEI que emite la empresa en sus operaciones, tanto en emisiones directas (por ejemplo, consumo de combustible propio) como en indirectas (por ejemplo, transporte de materiales).
En Ecuador, Carbon Masters trabaja con la multinacional Pfizer para implementar un proyecto de Carbono Neutro que implica, además de medir su huella de carbono, tomar acciones para compensar por sus emisiones de GEI. Esto significa que si la empresa emite 100 toneladas de CO2 al año, entonces debería sembrar el número necesario de árboles para captar esa misma cantidad de emisiones.
Pioneros en Ecuador
Otra empresa que abre el camino en el tema es Soluciones Ambientales Sambito. Así como Carbon Masters, se dedica a ejecutar proyectos de Carbono Neutro para asistir en la medición y compensación de la huella de carbono de las empresas que la contratan. Para José Javier Guarderas, gerente general de la compañía, ser una empresa “verde” ya no es un tema opcional sino de supervivencia. “Si no eres un empresario visionario, cuando llegue el momento en Ecuador cuando se exija a todas las empresas tener una medición de su huella de carbono, estarás fuera de la competencia”, afirma.
Por medio de un convenio con la Universidad Earth de Costa Rica –entidad acreditada para otorgar una certificación de Carbono Neutro–, Sambito certifica a iniciativas en este tipo. Guarderas explica que en este proceso, es necesario hacer un inventario de emisiones, luego armar un plan de reducción y después ejecutar las acciones de compensación para finalmente recibir la certificación que tiene validez por tres años.
La empresa CO²mpensa, de la abogada ambientalista Inés Manzano, es una tercera empresa en el país que se dedica desde 2010 a medir la huella de carbono de compañías. Además de contabilizar y reportar las emisiones de las operaciones de empresas, CO²mpensa también mide la huella de productos específicos. “Estamos calculando la huella de carbono de los productos masivos de Toni, con lo que le otorgaríamos un sello con información de emisiones que serviría para que el consumidor premie con su elección al producto que está haciendo algo para reducir sus emisiones”, asegura. Ella explica que así como los productos tienen etiquetas para informar acerca del contenido nutricional, los productos también tendrán –tal vez en un futuro cercano, si los países siguen el ejemplo de Francia– un sello que indique todas las emisiones de GEI que se realizaron en la elaboración de ese producto.
¿Cuánto cuestan estos servicios? En el caso de Sambito, el costo de la certificación varía según la actividad de la empresa, el área que ocupa sus instalaciones, el número de empleados y su ubicación. Para certificar, por ejemplo, el área administrativa de una empresa en Guayaquil que tiene hasta 100 empleados, el costo está entre 10 y 15 mil dólares. En el caso de una empresa grande de más de 400 empleados, podría estar en 25 mil dólares en adelante.
Empresas demoran en enverdecerse
A pesar de que el Código de la Producción habla de una deducción adicional del cien por ciento del gasto en compra de maquinaria y equipos para producción más limpia, para la implementación de sistemas de energías renovables o la mitigación del impacto ambiental, pocas empresas en el país ven lo “verde” como una inversión.